Mucho se ha hablado esta semana acerca de tener sexo con tu pareja dormida, si es ético, si hay derecho a ello ya que es tu pareja, si u...

1 Comments

 


Mucho se ha hablado esta semana acerca de tener sexo con tu pareja dormida, si es ético, si hay derecho a ello ya que es tu pareja, si uno es un pervertido sólo por quererlo o un soso por no quererlo… Como siempre, las cosas se acaban saliendo de madre y es muy fácil sacarlas de ahí en un contexto como internet, lugar en el que siempre nos parece que todos son unos fanáticos menos nosotros mismos, que todos están equivocados y no saben pensar con lógica. A fin de intentar -ya que no se puede aclarar de forma definitiva- al menos poner nuestro granito de arena, vamos a tratar aquí el tema.




«¿Es lícito tener sexo con tu pareja o tocarla mientras duerme?»

Deja que te haga otra pregunta: ¿crees que está bien tener sexo con tu pareja cuando está despierta? Probablemente me dirás que si los dos queréis, claro que está bien. Pues igual de fácil es cuando tu pareja duerme, claro que es lícito tener sexo SI TIENES LA COMPLETA SEGURIDAD de que ella o él quiere lo mismo que tú.

«¿Y eso cómo lo sé?»

Si no lo sabes, si no tienes la seguridad de que quiere, asume el NO. No le hagas cositas mientras duerme si no estás del todo seguro de que quiere. Y la única forma de averiguarlo es la misma en que sabemos todos las cosas que aprendemos en este perro mundo: preguntando. Mi consejo es que no te lances con el ariete en ristre la primera vez que tu pareja descabece un sueñecito, sino que lo habléis antes. Que vuestra comunicación os lleve a preguntar sin tapujos -y con morbo- qué os gusta a cada uno, qué os excita, qué tenéis ganas de hacer o que os hagan. Pensemos: ¿acaso en mitad de un polvo nos lanzaríamos a penetrar analmente a nuestra pareja sin avisar ni nada? Claro que no, porque el anal es una práctica que puede doler y dar miedo, es preciso que haya un pacto previo (o que al menos nuestra pareja nos dé un arnés, se abra las nalgas y nos diga «¡por aquí, ahora!». Ese tipo de señales suelen ser bastante fiables…). Con la sexsomnia sucede lo mismo. Hay a quien le gusta, a quien le enloquece, a quien no le molesta y quien lo detesta. Y todos los gustos son respetables. Si es la primera vez que quedamos con ese compañero de juegos, la charla sobre gustos ya nos irá poniendo a calentar motores. Si es nuestra pareja estable o hemos quedado ya otras veces para divertirnos, con mayor motivo hay que tener confianza para preguntar.


«Pero es que si lo pregunto, arruino el morbo»

Todo lo contario. Como decía más arriba, nada excita más que hablar de sexo y saborear por anticipado el banquete que nos vamos a dar. Preguntar, hablar y comunicarse no arruina el morbo, ¿sabes qué lo arruina de verdad? Que tu pareja te acuse de ser un egoísta, de usarle como un juguete, que se levante y se pire. Que es lo más fácil que sucede cuando no respetas a las personas. Porque presumir que si tú tienes ganas de algo, obligatoriamente tiene que gustarle a tu pareja y convenir sin pensar a ese algo, es no respetar a las personas. Ten en cuenta que en el sexo nos están dejando acceder al cuerpo de una persona. Ese acceso puede tener, suele tener límites, y es obligatorio respetarlos.


«Si es mi pareja no tengo que preguntar nada, el consentimiento ya está implícito».

A ver, MagdalenaMari de mi vida o FulgencioLuis de mi corazón, respuesta corta: NO. Respuesta larga: el tener una pareja, el vivir en pareja no es un comodín para follar cuando te dé a ti la gana ni en los términos que se te antojen. La otra persona es también eso, UNA PERSONA, y puede que no tenga ganas o que no le gusten las mismas cosas que a ti. Mira: cuando eras niño, tus padres entraban en tu cuarto sin llamar, ¿verdad que sí? Sin embargo ahora, si ven la puerta cerrada, llaman. Si vives en tu propia casa, tampoco pueden entrar sin llamar, ¿por qué no, si son tus padres? ¿El consentimiento no queda implícito con ellos? Pues no. Podían hacerlo cuando eras un niño porque dependías de ellos en tu seguridad y en muchas otras cosas, pero conforme creciste, las circunstancias cambiaron, adquiriste algo llamado «derecho a la intimidad», y aunque se asume que pueden entrar en tu casa o en tu cuarto, primero deben pedir permiso por si acaso no estás, estás haciendo algo que no deben interrumpir, o por mil razones más. Con tu pareja sucede algo similar. Es tu pareja, te ama y se asume que quiere sexo contigo, claro que sí. Pero cuando los dos tenéis ganas de ello, no basta que las tenga sólo o sólo tú. Igual que en el caso anterior, entre un día y otro, las circunstancias pueden haber cambiado por cansancio, por humor… el que un viernes por la tarde los dos tengáis ganas y lo hayáis hecho en la alfombra del salón, no significa que ahora los viernes sean el día de montárselo en la alfombra. El consentimiento NUNCA queda implícito, y menos aún para una práctica tan controvertida como el tener sexo dormido. Pretender lo contrario sólo denota egoísmo.


«Entonces, ¿tengo que estar pidiendo permiso cada dos minutos? ¡Qué rollo!»

No desquiciemos las cosas, ángel de mayo. Fuera de saber que nuestra pareja tiene ganas, sólo hay que pedir consentimiento cuando metemos un nuevo elemento en la ecuación, nada más. Si quedas con una persona para tomar café con pastas, no es preciso que pidas permiso cada vez que das un sorbo de café, pero si ves una pizza en el nevera y se te antoja, sí debes pedir permiso, no cogerla por las buenas, zampártela entera y todavía poner cara de inocente y decir: «hombre, si me invitas a tomar café y pastas, entiendo que también puedo quedarme a cenar». Con el sexo es lo mismo: te han invitado a tener sexo en un polvo convencional, pero nadie habló de cuerdas, esposas y antifaces, ¿a que no? Pues antes de usarlos, hemos de pedir permiso. La sexsomnia es una rama del sexo que se sale de convencional y es preciso hablarlo antes de practicarla.


«Pero es que yo sé que el sexo dormido es genial, quiero que mi pareja se anime, y no se deja».

Pues si no se deja, cielo mío, ajo, agua y resina. No hay más. Si intentas tocar a tu pareja mientras duerme y te llevas una mala contestación o hasta un cachete en la mano, no digas que yo no te avisé. Por respeto, cuando eso sucede porque has intentado tocar sin consentimiento, se pide perdón, se arropa al otro y a soñar todos con los angelitos, pero desde luego, NO SE SIGUE. Nunca, jamás, bajo ningún concepto nos ponemos brasas en plan «venga, que tengo muchas ganas, si te va a gustar, anda, venga…» NO. El otro ya nos ha dicho que no quiere, que no le gusta esa práctica. Quizá se pueda hablar más tarde y ver si otro día le apetece, pero en ese momento y lugar, paramos. No se abusa jamás de otra persona ni de sus límites. El abuso y hasta la violación no van a ser menos porque sucedan dentro de la pareja.


«¿Es mi opinión lo que quieres?»

A mí me encanta la sexsomnia. Me chifla que me toquen dormida, despertarme entre caricias y hasta fingir que duermo mientras tienen sexo conmigo, reconozco que me parece una práctica súper perversa que me enloquece. A muchas personas nos gusta y yo recomiendo, al menos, probarlo, a no ser que tengas algo en contra de esa situación. Soy consciente de que puede generar ansiedad y sensación de desconfianza en tu pareja, el pensar si nos va a dejar dormir tranquilos o si tendremos que ponernos ropa interior de metal y con candado. No a todo el mundo le gusta, y no tiene por qué gustarte; no pasa nada si no te atrae. Si a tu pareja no le gusta, debes aceptarlo y no pretender que se sienta culpable o soso por ello. El tener un compañero debe aportar cosas más importantes que una pequeña fantasía sexual. Ante todo, comunicación, respeto mutuo, y una vez tengamos bien asentado eso, entonces ya sí: perversión.



You may also like

1 comentario:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar