Vaya dĂ­a y vaya semanita… apenas llevaban dos semanas de curso, y Ă©l ya estaba mĂ¡s que harto, le habĂ­a tocado un horario a...

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Vaya dĂ­a y vaya semanita… apenas llevaban dos semanas de curso, y Ă©l ya estaba mĂ¡s que harto, le habĂ­a tocado un horario asqueroso, con un montĂ³n de horas en blanco por medio y clase todos los dĂ­as, ¡quĂ© asco! Amador, profesor de Geo-Historia del Instituto, pensĂ³ con nostalgia en su horario del año pasado, lo bien programadito que estaba, y el viernes no tenĂ­a ni una clase… claro estĂ¡, eso era a cambio de que Bernardo, otro de los profesores de Historia del seminario, se comiera todas las clases el viernes, y tuviera los grupos difĂ­ciles y las horas separadas… Amador llevaba salvĂ¡ndose de la mala distribuciĂ³n los Ăºltimos cinco años; Ă©ste le habĂ­a tocado a Ă©l comĂ©rselas todas de canto: los grupos menos aplicados y mĂ¡s gamberros, uno de los cuales, lo tutorizaba; clase todos los dĂ­as, horas mal aprovechadas, y el viernes completito… eso sĂ­, salĂ­a a las dos en lugar de las tres. Algo era algo, poco, pero algo.

   La semana anterior, despuĂ©s de la presentaciĂ³n, ya unos padres habĂ­an pedido hablar con Ă©l acerca de su hijo, un vago tarambana que no pegaba un palo al agua, pero a quien sus padres consentĂ­an todo. Mientras caminaba desde el garaje a su casa, Amador recordĂ³ que cuando empezĂ³ de profesor, hace ya mĂ¡s de quince años, los padres que pedĂ­an hablar con Ă©l, era para decirle algo como: “si usted ve que se merece dos buenas hostias, se las pega sin ningĂºn reparo, ¿eh?”. En la Ăºltima reuniĂ³n, los papaĂ­tos de marras le habĂ­an dicho: “por favor, no agobie usted al niño, que se estresa mucho y si le da un ataque, usted serĂ­a el responsable”. Curiosamente, los chicos a los que le habĂ­an invitado amablemente a abofetear, no eran tan gamberros como sus padres decĂ­an… pero Ă©stos cuyos papis le pedĂ­an que fuese indulgente, que levantase la nota, que no fuese severo… mĂ¡s de una vez habĂ­a pensado que vaya si se merecĂ­an, no tanto un suspenso, una llamada a casa o una expulsiĂ³n, como un hostiĂ³n a mano abierta que les hiciese preguntar por la matrĂ­cula del camiĂ³n que los habĂ­a arrollado. En fin…

     Estaba muy cansado, pero al menos ya era viernes. HabĂ­a llevado una mañanita atroz, pero ya se habĂ­a terminado; ahora, a casita, a comer sus macarrones con queso que los llevaba celebrando toda la mañana, y a echarse la siestecita en el sofĂ¡. Polita, su mujer, tambiĂ©n salĂ­a temprano del trabajo los viernes, y podĂ­an comer juntos. El resto de dĂ­as, a veces salĂ­a a las tres, otras a las cinco, y otras a las siete de la tarde, maldita Agencia de Viajes… Ah, por fin su portal. Le parecĂ­a que el maletĂ­n le pesaba toneladas. Apenas habĂ­a entrado, vio a un jovencito de unos quince años, delgado y de pelo castaño, con una carpeta azul bajo el brazo y los auriculares puestos, bajar la escalera e intentar salir, pero Amador le tomĂ³ del brazo, sonriendo.

     -¡Eh, mocito, ¿ya no se saluda a tu padre?!

     -¡Coño, papĂ¡, perdona, no te habĂ­a visto…! – dijo el chico, quitĂ¡ndose un auricular, del que salĂ­a un ruido espantoso. “Este chico se queda sordo antes de los treinta”, pensĂ³ Amador, mientras su chico, el menor de sus tres hijos y el Ăºnico que aĂºn vivĂ­a en casa, le daba dos besos.

      -No digas tacos, Chus…. – Amador dio una cariñosa palmada en la mejilla, aĂºn suave, de su hijo - ¿QuĂ© vas, a InglĂ©s? ¿No es un poco pronto? ¿Has comido ya?

     -PapĂ¡, ¿por quĂ© no te hiciste policĂ­a? Porque tienes un don para interrogar… SĂ­, he comido, y voy a InglĂ©s porque he quedado con un amigo antes para ver los ejercicios y vamos juntos.

      -Que no me entere yo que te fumas la academia, ¿eh? SĂ© que soy pesado, hijo, pero…

      -“…con las notas que has traĂ­do, no puedes permitirte ese lujo”, - completĂ³ el chico la cantinela, y Amador sonriĂ³ – No te preocupes, voy a ir. Eeeh… por cierto, papĂ¡… querĂ­a decirte…

     “Malo….” pensĂ³ Amador. La Ăºltima vez que su benjamĂ­n “quiso decirle” algo, se encaprichĂ³ de un ciclomotor. Y mira, el InglĂ©s y las MatemĂ¡ticas, las llevaba fatal, el LatĂ­n siempre con pinzas, el Lenguaje y la Literatura, a rastras… pero el carnĂ© de ciclomotor,  A LA PRIMERA, oye. Afortunadamente, la compra de la moto habĂ­an podido posponerla hasta los prĂ³ximos tres sobresalientes, cosa que no parecĂ­a que Chus fuese a sacar mañana.

     -Dime. – resoplĂ³ Amador.

     -Pues… que resulta que para Octubre, para Ăºltimos… pues que… viene Pink Floyd a España, y… que me gustarĂ­a mucho ir… es un conciertazo, papĂ¡, y comprando las entradas anticipadas, sĂ³lo son 69 euros…

     -¡¿Setenta napos?! – se escandalizĂ³ el maestro - ¡TĂº no estĂ¡s bien del tejado!

     -¡PapĂ¡, son Pink Floyd…!

     -¡Como si son los Rolling! – pensĂ³ un momento – Bueno, si son los Rolling, lo mismo me lo pensaba.

     -Venga, papĂ¡… ¡Y no pedirĂ© nada hasta Reyes! ¡Y ademĂ¡s, lo aprobĂ© todo…!

     -¡SĂ­, en Septiembre!

     -¡Pero lo aprobĂ©, y Ă©ste año me voy a poner las pilas, palabra…! Porfa…

    Amador refunfuĂ±Ă³.

     -Bueno, mira, ahora la verdad que estoy muy cansado, tengo hambre y no estoy para Ă©stas… esta noche, en la cena, dĂ­melo, lo vemos con tu madre, y lo hablamos, ¿vale?

     -¡Genial, vale, papĂ¡! ¡Hasta luego! – Chus saliĂ³ a toda prisa, celebrando ya el concierto. Para Ă©l, estaba claro que sus padres dirĂ­an que sĂ­; eran severos, pero no injustos. Amador le vio marchar, preguntĂ¡ndose si no lo estarĂ­an mimando demasiado, como decĂ­an siempre sus dos hermanos mayores, Ernesto y Toñito. Ernesto no habĂ­a sido de estudiar y a los diecinueve años, harto de repetir, dijo que se ponĂ­a a currar de vendedor, y buenas peloteras hubo en casa por ello… ahora no le iba mal, era jefe de ventas de un concesionario de coches de ocasiĂ³n, y finalmente, por las tardes, se habĂ­a terminado de sacar la secundaria. Toñito tambiĂ©n las habĂ­a pasado finas con los estudios, y tambiĂ©n hubo peloteras, gritos, amenazas, discusiones… ahora estaba en la Universidad, estudiando, quiĂ©n lo iba a decir, GeografĂ­a e Historia, si bien su padre rogaba que no le diese por la docencia. Toñito era un chico buenĂ­simo, pero no tenĂ­a carĂ¡cter para ser profesor; los chavales le torearĂ­an en dos minutos. Con Chus, las cosas eran… diferentes. Era el pequeño, se llevaba mĂ¡s de siete años con su hermano mediano, Amador y Polita le habĂ­an tenido buscando la niña, aunque naciĂ³ el tercer varĂ³n, y cuando sus hermanos aĂºn eran pequeños, pero… digamos que ya habĂ­an dejado de pedir a PapĂ¡ que mirase en el armario y bajo la cama, no fuera que hubiese monstruos.

      “Hasta ahora, de los tres, es el que menos cates ha traĂ­do…”, pensĂ³ Amador mientras subĂ­a en el ascensor hasta el quinto. “A su edad, Ernesto ya habĂ­a repetido primero de BUP, y Toñito llevaba con las mates para Septiembre, desde sĂ©ptimo de bĂ¡sica… Vale, Ă©l ha tenido ordenador, internet, minicadena y mĂ³vil mucho antes que sus hermanos, pero tambiĂ©n le ha pillado mĂ¡s joven todo el boom tecnolĂ³gico… Antes, Toñito no soltaba la gameboy, y cuando Ernesto se ponĂ­a con la dichosa MegaNes o como cuernos se llame, no se podĂ­an ver ni las noticias… No creo que lo estemos mimando tanto, la verdad… SĂ­, al chico le quedaron dos para Septiembre, pero las sacĂ³, y vale que el InglĂ©s lo aprobĂ³ raspado, pero en MatemĂ¡ticas sacĂ³ un 6.5, y la media de todo el curso fue 6.8, que no es que sea para tirar cohetes, pero tampoco es nada espantoso… En fin, ya veremos esta noche”, se dijo, mientras el ascensor se abrĂ­a, ya en el quinto, y se dirigĂ­a a  su piso.

     -¡Al fin en casa…! – suspirĂ³, soltando la cartera ahĂ­ mismo, en la esquina del recibidor. Un delicioso aroma a queso fundido llenaba toda la casa - ¡Polita! – se asomĂ³ a la cocina. Su mujer no estaba allĂ­, y nadie le contestĂ³. – Debe ser la moda de hoy, esto de no saludarme… ¡Polita! – SaliĂ³ de la cocina y recorriĂ³ el pasillo, pero a la altura del comedor, un plumero multicolor le pegĂ³ en la cara. EstornudĂ³ y al abrir los ojos, se encontrĂ³ a su mujer frente a Ă©l. Llevaba la blusa blanca arrastrando por el suelo, vestĂ­a un corsĂ© azul del que casi se le salĂ­an los pechos, falda negra y los zapatos de tacĂ³n, y un delantalito blanco encima de la falda. Le apuntaba con el plumero, y antes de que Amador pudiera decir nada, le cosquilleĂ³ la cara otra vez y le echĂ³ el brazo por los hombros, meciĂ©ndose.

     -¿QuĂ© creĂ­as, que no querĂ­a saludarte, profe…?

     -Co-ño, Polita…

     -Como mi maridito lleva dos semanas quejĂ¡ndose de los malos horarios que tiene este año, he pensado que le podĂ­a apetecer empezar el fin de semana, quitĂ¡ndose el stress… - Polita le abrazĂ³ y le besĂ³ en la nariz, contoneĂ¡ndose frente a Ă©l. Amador, muy sonriente, la abrazĂ³ de la cintura, y empezaron a caminar sin soltarse. Al maestro se le habĂ­a pasado el cansancio, el malhumor, el hambre… todo a la vez. Y mĂ¡s cuando Polita, contoneo a contoneo, le llevĂ³ al salĂ³n en vez de al dormitorio; le daba muchĂ­simo morbo cuando lo hacĂ­an fuera del cuarto; “como vuelva el niño, ya verĂ¡s quĂ© risa…” pensĂ³, pero se dejĂ³ llevar hasta la alfombra, mientras su mujer le metĂ­a las manos bajo la chaqueta y empezaba a besarle la cara, suavecito, acercĂ¡ndose a la boca…

     -Polita… mi Poli, quĂ© buena eres… siempre pensando en tu hombre…

     -Precisamente por eso… ya que soy tan buena contigo, serĂ­a un bonito gesto por tu parte… - “¡PELIGRO-PELIGRO!” empezĂ³ a sonar en el cerebro de Amador – Que esta noche, en lugar de torturarnos a todos con el partido del Athletic, que ya sabes que va a perder, veamos juntos “Dile que muero por ella”, que la ponen Ă©sta noche, ¿hace?

     -¿Una comedia romĂ¡ntica…? ¿La noche del Derby? – Polita le tomĂ³ de las manos e hizo que las pusiera en sus nalgas. – mmmh… Polita… ¡que es el Athletic! ¡El Athletic es sagrado! – La mujer sonriĂ³ y se llevĂ³ las manos al corsĂ©, sacĂ¡ndose los pechos de Ă©l. TenĂ­a los pezones erectos, y a Amador se le fueron los ojos a ellos como un imĂ¡n. – Polita… no seas tan mala… - Pero su mujer se riĂ³ por lo bajo y se arrimĂ³ a Ă©l, y empezĂ³ a besarle el cuello, a frotarle la entrepierna con el muslo… quĂ© calientes estaban sus tetas…

     -Anda, Amador… amorcito… - susurrĂ³, con esa vocecita cariñosa que ponĂ­a sĂ³lo para Ă©l, abrazĂ¡ndole del culo y sacĂ¡ndole la camisa del pantalĂ³n. El profesor no pudo reprimir un escalofrĂ­o de gusto cuando ella le acariciĂ³ los costados y empezĂ³ a subir por la espalda… - SĂ³lo va a ser Ă©sta vez… y en los descansillos, te dejo que cambies el canal… vengaaaa…

      Amador empezĂ³ a devolver los besos casi sin darse cuenta, y recorriendo la cara de su mujer, encontrĂ³ sus labios, y la besĂ³ apretĂ¡ndola, metiĂ©ndole la lengua de inmediato, ¡quĂ© bien sabĂ­a…! Y con quĂ© dulzura ella le apretĂ³, devolviendo el beso, en medio de un gemidito tan simpĂ¡tico… mmmmh… la apretĂ³ del culo, le estaba sobrando un montĂ³n de ropa, e intentĂ³ tirar de Polita para que ambos se arrodillasen en la alfombra, pero ella se resistiĂ³. Amador abriĂ³ los ojos. Su mujer le miraba con sonrisa de maldad.

     -Antes de meter, promete.

     -¡Polita…! ¿No sabes que todos los psicĂ³logos dicen que no estĂ¡ bien usar el sexo como arma arrojadiza?

     -¿CĂ³mo arma? – fingiĂ³ escandalizarse ella - ¡LĂ­breme el Señor! Yo no te estoy chantajeando, sĂ³lo digo que, despuĂ©s de todo lo que te cuido, te mimo, todo lo que pienso en ti y me esfuerzo porque seas feliz, despuĂ©s de todo lo que hago por ti dĂ­a a dĂ­a, y a cambio sĂ³lo pido una pelĂ­cula… ¿no te parece que serĂ­a muy cruel por tu parte, negarme ese poquito e insignificante caprichillo que pido….? – hizo temblar su barbilla, y los ojos le brillaron, pareciĂ³ a punto de echarse a llorar, y Amador retirĂ³ la mirada, tocado en lo mĂ¡s hondo… esos ojitos… esos ojitos llevaban metiĂ©ndole en lĂ­os y sacĂ¡ndole promesas desde los diecisĂ©is años, cuando ella estaba aĂºn con aquĂ©l otro gilipuertas… AquĂ©lla lejana tarde, Polita le mirĂ³ con esos mismos ojitos, y Ă©l supo que estaba perdido. Igual que hoy.

     -Poli… eso ha sido jugar sucio. – intentĂ³ protestar, pero su esposa le sonriĂ³ mĂ¡s abiertamente y le agarrĂ³ el miembro con la mano.

     -No, cariño… esto, habrĂ­a sido jugar sucio. – bromeĂ³, mientras movĂ­a la mano y Amador se estremecĂ­a bajo sus caricias.

     -Sea… aaaah… veremos la estĂºpida peli, prometidooooooo…

    En medio de una risita de triunfo, Polita se dejĂ³ arrodillar y tumbar en la alfombra del salĂ³n, algo Ă¡spera, pero cĂ¡lida, y Amador  le atrapĂ³ un pezĂ³n con la boca mientras las manos de los dos aleteaban en la bragueta del profesor, bajĂ¡ndole apresuradamente los pantalones negros del traje. Amador, aĂºn en calzoncillos, se dejĂ³ caer sobre su mujer, besĂ¡ndola, metiĂ©ndole la lengua hasta la campanilla, mientras ella lo abrazaba con manos y pies, y metĂ­a los brazos bajo la camisa, subiĂ©ndosela…. QuĂ© bien abrazaba, quĂ© calor tan dulce desprendĂ­a su piel… Amador se desembarazĂ³ de la camisa, sacĂ¡ndosela por la cabeza, y metiĂ³ la mano bajo la falda de Polita, bajĂ¡ndole faja, medias y bragas de un solo tirĂ³n.

      Polita gimiĂ³, embriagada de deseo, al sentir las manos impacientes de su esposo apretarle las nalgas desnudas, y ella misma tirĂ³ de su ropa interior para sacĂ¡rsela, sin quitarse la falda. Amador le amasaba el culo, frotĂ¡ndose contra ella y soltando algĂºn cachetito… es cierto que tanto Ă©l mismo como ella pasaban de los cuarenta (ella dos meses menor), que estaba tirando a llenita y algo blanda por la cintura; ya no era la chica de veinte años que tenĂ­a firme hasta el apellido… “Pero a mĂ­, sĂ­ que me sigue poniendo firme….”, pensĂ³ el profesor. Para Ă©l, el mundo estaba lleno de mujeres hermosas, guapĂ­simas, seductoras… y la suya, era la mĂ¡s guapa entre todas. EmpezĂ³ a repartir besos rĂ¡pidos y deseosos sobre las tetas de Polita, y empezĂ³ a bajar, hasta colocarse entre sus piernas, allĂ­ donde salĂ­a tanto calor y un olor tan tentador… Polita le mirĂ³, sorprendida. No era, ni de lejos, la primera vez que Ă©l la chupaba ahĂ­… pero sĂ­ una de las pocas que lo hacĂ­a en un polvo improvisado.

       -¡Haaaaaaaaaaaaaaaah…. Amadoooor… ¿quĂ© te ha dado…?! – preguntĂ³ la mujer, en medio de un fuerte estremecimiento, cuando su marido le abriĂ³ la vulva con los dedos y de un fuerte lametĂ³n, le metiĂ³ la lengua lo mĂ¡s adentro que pudo. “Es tan… hĂºmeda, y calentita… tan flexible, me toca tan bien… ¡aaaah, la estĂ¡ moviendo dentrooooo….!”, pensĂ³ Polita, sintiendo que su coño desbordaba, y su orgasmo llegaba a todo correr, y ella no pensaba detenerlo, ¡era sensacional! MĂ¡s… un poco mĂ¡s, por favor, muĂ©vela un poco mĂ¡s… ¿eh?

      Polita levantĂ³ la cabeza de la alfombra para mirarle, y a Amador le costĂ³ trabajo contener la risa, pero le costĂ³ mĂ¡s aĂºn no continuar lamiendo como un loco: su mujer estaba toda rojita, sudada y temblorosa, derretida de gustirrinĂ­n… pero Ă©l habĂ­a parado.

     -¿QuĂ© pasa…. Por quĂ© no sigues, mi amor, si me gusta mucho…? – pidiĂ³ ella.

     -Pues he pensado que… ya que yo te doy tanto placer, ya que siempre tengo ideas en el sexo para que no nos aburramos, ya que siempre te llevo a buenos hoteles, y me disfrazo, e imagino, y todo para hacerte feliz…

     -¡SerĂ¡s guarro! – sonriĂ³ Polita, que sabĂ­a por dĂ³nde iba desde que le vio la sonrisa.

     -…He pensado que podĂ­amos poner a grabar ese rollo de amor, y verlo juntos, pero despuĂ©s del partido, ¿hace? – SonriĂ³, pĂ­caro. Polita le asesinĂ³ con la mirada, ¡pero estaba casi a punto de correrse, no era fuerte para negociar ahora!

      -Eres malo… - dijo, dejando caer de nuevo la cabeza en la alfombra. - ¡hace, vemos el partido! ¡Pero ahora vuelve a meter la lengua, y no pares hasta que me desma…aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah….! – Polita ya no pudo terminar la frase, Amador se habĂ­a lanzado sobre su vulva empapada y la penetrĂ³ con la lengua, mientras la abrĂ­a con los dedos para acariciar la punta del clĂ­toris. Su mujer reĂ­a y gemĂ­a de gusto, sintiendo la esa lengua deliciosa, ese tentĂ¡culo de pecado entrar y salir suavemente, presionando… ¡oh, sĂ­! La doblaba en el punto exacto, y sus dedos no dejaban de acariciarle la perlita, haciĂ©ndola saltar de gusto a cada segundo, ¡quĂ© placer! Una sensaciĂ³n de plenitud se hacĂ­a mĂ¡s y mĂ¡s intensa cada vez que la lengua presionaba dentro de ella, y los pies de Polita empezaron a levantarse del suelo sin que ella misma se diese cuenta… pero Amador sĂ­, y empezĂ³ a hacer sus caricias mĂ¡s velozmente, moviendo el dedo arriba y abajo, arriba y abajo, frotando sin piedad, y moviendo la lengua mĂ¡s fuerte.

     Polita ponĂ­a los ojos en blanco, su cabeza se movĂ­a y todo su cuerpo temblaba… ¡quĂ© buenĂ­simo era, se sentĂ­a taaaaaaaaaan bien….! El imparable cosquilleo se cebaba a la vez en la pared de su vagina y en su botoncito, le daba la impresiĂ³n de que iba a estallar… y entonces, sus riñones parecieron estallar realmente, mandando la explosiĂ³n por todo su bajo vientre, haciendo mil delicias cĂ¡lidas que la hicieron estremecerse bajo la lengua y los expertos dedos de Amador, estremecida de gozo, notando la dulzura recorrer sus piernas temblorosas, su espalda curvada, sus manos que agarraban el pelo de la alfombra, y su boca abierta en un gemido infinito.

     La mujer respiraba en gemidos. SonreĂ­a, con los ojos cerrados, los cabellos revueltos y una gota de sudor bajĂ¡ndole por la cara hasta el cuello… Amador, incorporado, la miraba, sonriente. Se ponĂ­a tan guapĂ­sima gozando… Al fin ella abriĂ³ los ojos, recuperada en algo la respiraciĂ³n, y le sonriĂ³ abiertamente. Se abrazĂ³ a Ă©l y se besaron, la lengua de Amador sabĂ­a salada, muy salada, pero Polita no sintiĂ³ repelĂºs alguno, todo lo contrario. Ese era el sabor de su placer…. Y recordando lo que habĂ­a hecho, se dio cuenta que su Amador aĂºn tenĂ­a hasta los calzoncillos puestos. GirĂ³ hasta quedar encima, y se los bajĂ³ de un tirĂ³n, apenas lo justo para descubrir lo que ella llamaba “esa maravilla de la Naturaleza”.

    El pene de su marido se erguĂ­a entre el negro vello pĂºbico, y Polita se puso a caballito sobre Ă©l, mientras Amador se reĂ­a de puras ganas, sĂ³lo el pensar en el placer que le esperaba, el inmenso gusto de meterse en ella… Polita se frotĂ³ contra su erecciĂ³n, mojĂ¡ndole la verga con su flujo, tan caliente… Amador tuvo que cerrar los ojos de gustito, y la agarrĂ³ del culo, por favor, que se la metiera ya… ya…    Su mujer sonriĂ³ dulcemente, se aupĂ³, orientĂ³ el miembro de su marido y se dejĂ³ caer de un viaje.

      -¡Haaaaaaaaaah! – Amador se encogiĂ³, tensando todo el cuerpo, ¡quĂ© sensaciĂ³n! Era tan dulce y tĂ³rrido… era una gran bañera de agua caliente, era seda pura, era como… “como mermelada calentita”, pensĂ³, recordando aquĂ©lla entrañable estupidez que se le habĂ­a colado en la cabeza la primera vez que hicieron el amor, hacĂ­a ya mĂ¡s de veinticinco años…. Polita, sosteniĂ©ndose los pechos con las manos y mordiĂ©ndose el labio inferior, empezĂ³ a moverse sobre Ă©l, entrando y saliendo, y haciendo cĂ­rculos… cada subida y bajada, a Amador se le iba el alma, podĂ­a notar su miembro saliendo de ella sĂ³lo un poquito, para casi enseguida verse abrazado otra vez, recogido dentro de ella… cada meneo de caderas le movĂ­a todo el sexo, pero no sĂ³lo su pene estaba de fiesta: todo su bajo vientre parecĂ­a temblar, y le daban escalofrĂ­os deliciosos a cada vez que ella se movĂ­a.

    Polita apoyĂ³ los codos en el suelo, para ponerle las tetas en la cara, y Amador pensĂ³ que su costilla querĂ­a volverlo loco, o matarlo a polvos… “”MuriĂ³ feliz”, podrĂ­an poner en mi lĂ¡pida”, pensĂ³, y Ă©l mismo empezĂ³ a mover las caderas, combinando sus meneos a los de Polita, mientras le chupaba las tetas… quĂ© calientes eran… quĂ© suaves, y quĂ© bien olĂ­an, jabĂ³n y perfume, sales de baño, la crema hidratante, y el perfume… joder, quĂ© bien olĂ­a la puta colonia esa, se la iba a comprar por azumbres,  mmmmmh… “ahora mismo, no hay nadie en el mundo que estĂ© ni la mitad de a gusto que yo…”, se dijo Amador, tomĂ³ aire y aprisionĂ³ a su mujer contra sĂ­, balanceando la cara entre sus pechos, hundiĂ©ndose en ellos, eran tan grandes y dulces que podĂ­a morirse ahogado entre ellos, haaaaaaaaaaah….

     Polita se riĂ³, y su risa hizo temblar sus tetas, y empezĂ³ a moverse mĂ¡s deprisa, con mĂ¡s decisiĂ³n, subiendo y bajando a golpes que hacĂ­a chasquear sus sexos hĂºmedos. Amador tuvo forzosamente que soltarla y tomar aire, el placer le embriagĂ³ de golpe y le hizo temblar, agarrĂ³ los pechos de su mujer y los apretĂ³, sintiendo que el dulce cosquilleo le bajaba por la tripa y empezaba a tentarle la puntita del miembro… sĂ­, sĂ­.. sĂ­…. Y se detuvo.

       -¡AH! ¡JODER…. Cabronaaaaaaaaaaaa…..! – Amador apretĂ³ los dientes, Polita se habĂ­a salido de golpe, justito un segundo “antes de”. Su polla gritaba de frustraciĂ³n, y sus testĂ­culos llenos le dieron un latigazo de dolor caliente. – Esto no es justooo…

       -He pensado que mejor, ponemos a grabar el partido, y lo vemos juntos, pero despuĂ©s de la peli… ¿no quieres?

      Amador parecĂ­a casi a punto de llorar cuando gimiĂ³ con voz de falsete, por un ladito de la boca:

     -Mecagoenmiputamadre…. Vale. – Polita sonriĂ³, encantada, y se dejĂ³ caer de nuevo. Y Amador pensĂ³ que se habĂ­a muerto, y estaba en el Cielo, ¡Dios, quĂ© gusto, quĂ© placer, quĂ© alivio….! Su miembro gritaba de gratitud como antes de frustraciĂ³n, y con la misma intensidad, haciĂ©ndole sentir el placer infinito por todo el cuerpo, no habĂ­a parte de su piel que no sintiese cosquillas y dulce picor, sus testĂ­culos le mandaban chispitas de gozo, y Polita no dejaba de brincar, sin salirse apenas, dejĂ¡ndole dentro todo lo que podĂ­a, haciendo que su glande se frotase contra su estrecho interior, y Amador sonriĂ³ sin darse cuenta, al notar que la explosiĂ³n le llegaba, por fin, sĂ­… un roce mĂ¡s, una arremetida mĂ¡s, y su frenillo palpitĂ³ dentro de su esposa, sus testĂ­culos zumbaron de gloria y un espeso chorretĂ³n de esperma le recorriĂ³ el miembro y saliĂ³ despedido al vientre de su mujer, que sonriĂ³ al notarlo escurrir, quemando, mientras Amador notaba que sus caderas daban golpes para expulsarlo, el culo se le contraĂ­a y todo su cuerpo era bañado dulcemente en calor y en un bienestar indecible, y los ojos se le cerraban… ay, quĂ© bueno habĂ­a sidooooo…..

      Polita, tumbada sobre Ă©l, le llenaba la cara de besitos suaves, ahora mucho mĂ¡s tranquilos, y Amador la abrazĂ³. Sea. VerĂ­an la peli esa, y Ă©l grabarĂ­a el partido, quĂ© remedio… pero habĂ­a valido la pena, vaya que sĂ­.


*****************


     -SĂ­, hombre, claro, ¡venga ya! ¿Pero quĂ© clase de gilipuertas trabaja soldando con unas simples gafitas…? ¡Y ni una manchita en el mono, por supuesto…! Oigh, oigh, el pelo, oigh, quĂ© guapĂ­simo soy, me salgo, vamos…. Mira, mira quĂ© payaso, por favor… SĂ­, arrĂ©glate otra vez el pelito, chato, que no te hemos visto, oigh, que se rompe, por Dios…

      -¿Bueno, Amador, te vas a callar, por favor?

     -¡Pero es que esto es una chorrada detrĂ¡s de otra, Polita! Amos, no me jodas, esto es peor que las novelas CorazĂ³n que se leĂ­a mi madre, por favor…

     -¡Y que no se calla! – protestĂ³ Polita. Esa noche, sentados los tres frente al televisor mientras cenaban sĂ¡ndwiches calientes y frutas secas, estaban finalmente viendo la pelĂ­cula, con no muy buen agrado del componente masculino, entiĂ©ndase Amador y Chus. El padre, ya con su cĂ³modo pijama a rayas y sus pantuflas de cuadros, no cesaba de comentar lo artificioso y nada natural de la pelĂ­cula, todo hecho a propĂ³sito para el lucimiento del protagonista.

     -MamĂ¡, es que tiene razĂ³n… no les falta mĂ¡s que poner en la pantalla “el guapo”, cada vez que sale…

      -¡Jaja, como en El bueno, el feo y el malo! – se riĂ³ Amador.

     -¡Mira, me tenĂ©is hasta las narices ya! ¡O me dejĂ¡is ver la peli, o el bizcocho que he hecho, no se toca hasta mañana!

     -Papa: me apetece verla. – dijo Chus, y Amador asintiĂ³, dispuesto a guardar silencio. Lo cierto es que le habĂ­a prometido al chico pagarle el concierto dichoso si le apoyaba haciendo frente los dos contra la pelĂ­cula, a ver si lograban que Polita se hartara y les dejase ver el partido en directo, pero un bizcocho casero de los de su mujer, todo esponjoso y dulce, rellenito de crema y con el azĂºcar glas por encima… era un argumento demasiado poderoso.
     


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4 comentarios:

  1. Ésto sĂ­ que son negociaciones agresivas XD. En la guerra y en el amor todo vale ¿verdad?

    Por cierto, se te echa de menos. Que lo sepas ;).

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  2. Este relato ya habia tenido oportunidad de leerlo eres una grandiosa escritora. Por cierto me encantarĂ­a saber que pasa con Nela y Rino

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  3. Gracias por leerlo y comentarlo. La verdad que he tenido un mes de Enero un poco liado, a ver si subo con mĂ¡s frecuencia.

    Aah... Nela y Rino tienen algo preparado. No desvelaré nada salvo bajo tortura. XD

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  4. Por cierto, si puedes, écha un vistazo a esto:

    http://www.ideal.es/granada/20140202/local/provincia-granada/joven-ayuda-nacer-cuarto-201402020101.html

    La historia del nacimiento de Tercero se hace realidad :).

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