“Cuando quieres algo bien hecho, lo tienes que hacer tú mismo” (el cangrejo Sebastián, La Sirenita). En el sexo no digo ...

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                “Cuando quieres algo bien hecho, lo tienes que hacer tú mismo” (el cangrejo Sebastián, La Sirenita). En el sexo no digo que seamos tan radicales, pero una cosa hay que tener clara: si nosotros mismos no sabemos qué nos gusta y qué no, nuestra pareja no puede adivinarlo.

                Hoy en día vivimos una época ciertamente liberal y ya nadie se escandaliza por esto pero, no hace tanto, el que una persona -y más si era mujer- admitiese que se masturbaba, era poco menos que una aberración, un desorden, cuando no se tomaba por síntoma de enfermedad. A los niños y jóvenes se les decía que era pecado, que se quedarían ciegos, que no se desarrollarían bien y se quedarían enanos, o hasta que se morirían si se tocaban. Nada de esto es verdad. Y menos mal, porque, de serlo, no creo que quedásemos ninguno vivo (¿verdad…?).


                ¿Qué es la masturbación?

                La masturbación es la estimulación de los genitales mediante caricias directas o indirectas hasta alcanzar el orgasmo, o simplemente para disfrutar de una sensación agradable. Es la primera experiencia sexual que tenemos todos, y aunque cada quien tiene su ritmo de exploración personal, es tan normal que los niños lo practiquen como que no, y es tan normal que los adolescentes lo hagan, como que no. Tan sólo debemos tener claras dos cosas: si lo hacemos, ha de ser porque nos apetece, jamás por presiones de nadie, porque nos digan que somos críos si no, o algo similar. Y segundo, que si no lo hacemos, ha de ser porque no nos apetece, no porque nadie nos meta miedo con mentiras para ello.

                La masturbación tiene innumerables beneficios para nuestra salud psíquica y física, desde aumentar la autoestima, hasta ayudarnos a conciliar el sueño, pero sobre todo, el principal beneficio que nos reportará será el de conocer nuestro cuerpo y saber qué caricias nos gustan más.

                En el cine (sea este convencional, erótico, o directamente pornográfico) se nos ofrece una visión muy sesgada de lo que es una relación sexual. Todo el mundo se excita enseguida, todo sale siempre bien a la primera, y todo el mundo llega al orgasmo en cuestión de dos minutos y siempre al mismo tiempo que su pareja. SPOILER: la vida real no funciona así. A no ser que llevemos ya años de relación de pareja y tengamos con esta mucha confianza, nadie va a saber mágicamente lo que nos gusta ni nos puede leer la mente. Se lo tenemos que decir, o llevarle la mano… y la mejor manera de saber qué nos gusta, es haberlo investigado antes con la masturbación.

                Hay mujeres que sólo pueden llegar al orgasmo mediante estimulación directa en el clítoris. Otras, en cambio, encuentran irritantes las caricias allí y sólo pueden estimularlo mediante caricias indirectas en el pubis o los labios vaginales. Hay hombres a quienes les excita muchísimo las caricias en los testículos, y otros que los tienen tan sensibles que eso les puede producir dolor. En una palabra: todos somos distintos, y lo que vemos en una cinta porno no es información fiable. La única información la tenemos nosotros, y somos nosotros quienes debemos darla a nuestro compañero de juegos.



                “No sé masturbarme, ¿qué puedo hacer?”

                Lo primero de todo, tranquilizarte. La autoestimulación es algo que todos sabemos y podemos hacer, y aunque solemos descubrirla de niños al tocarnos y darnos cuenta de que es agradable, en ocasiones una educación represiva u otros motivos pueden producir que uno realmente no sepa cómo empezar. Vamos a ver algunos pequeños consejos:

                -Tanto si eres chico como si eres chica, inténtalo en alguna situación que te brinde soledad, intimidad y tiempo.

                -No tengas prisa por nada. Quieres disfrutarlo, saboréalo. Lo importante no es la meta, es el viaje.

               -Nada de brusquedades. Estamos hablando de zonas muy sensibles, así que no las maltrates. Si eres chica y eres virgen, no intentes introducirte nada; no te fíes de lo que diga Pepita o Menganito, aquí sólo cuenta una opinión: LA TUYA.

                -Higiene, higiene y más higiene. Antes y después debes tener las manos limpias.

                -Ni vergüenza, ni culpa. No se trata de decir a los cuatro vientos que te haces pajas, pero sí que tengas presente que lo que haces es normal y aún saludable, no es nada por lo que tengas que sentirte mal ni esperar ningún tipo de castigo de orden sobrenatural.

                Y tú, ¿tienes alguna pregunta sobre el tema? ¿Alguna anécdota? ¡Déjamelo en comentarios!



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