« Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros » . Groucho Marx. El principio es una de las partes mĂ¡s delicadas de ...

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            «Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros». Groucho Marx. El principio es una de las partes mĂ¡s delicadas de un texto narrativo. En Ă©l puedes seducir a tu lector, invitarle a seguir leyendo y atraparle, o hacerle desconfiar e incluso perderle para siempre. Como suele suceder, cometer un error es aterradoramente fĂ¡cil. Hoy vamos a ver algunas formas de evitarlos.

 



            A todos los escritores nos da un poco de miedo la hoja en blanco. Se nos agolpan las ideas, tememos no expresarlas correctamente, que no sean buenas, o, peor aĂºn, que lo sean demasiado y nosotros no estemos a la altura. En ocasiones, esa ansiedad por empezar nos hace descuidar algo tan relevante como es dar a nuestro texto un principio atractivo y cuidado.

            Errores que debemos evitar:

            «Era una noche oscura y tormentosa». Este no podĂ­a faltar, aunque quien dice esto, dice «el sol brillaba con fuerza… la lluvia caĂ­a lenta y tristemente…». SĂ© que es una tentaciĂ³n fuerte porque nos parece que asĂ­ introducimos al lector en el ambiente de nuestra historia y lo relacionamos con el tono de la misma o el Ă¡nimo del protagonista. Bien, pero esto estĂ¡ mĂ¡s visto que los chistes de tu cuñado, y adolece una falta de originalidad que debemos evitar a toda costa. Nunca, nunca, nunca empieces una historia dando el parte meteorolĂ³gico.

            «Raquel era una chica que… Pepe era el Ăºnico hombre que…». Este principio puede ser vĂ¡lido (y no mucho) si estĂ¡s escribiendo para lectores que aĂºn no ponen dos cifras en su edad. Si pretendes que tu cuento o novela sea apto para todo tipo de pĂºblico o para adultos, por favor, no caigas en un comienzo tan obvio y carente de originalidad.

            —DiĂ¡logos. Son una forma de empezar con tensiĂ³n y sorprender al lector, pero tienen la pega de que no hay explicaciĂ³n previa y el lector tiene que la sensaciĂ³n de haber llegado con la pelĂ­cula empezada. Si optamos por un principio asĂ­, hay que poner al lector en situaciĂ³n enseguida y sin rodeos, y eso nos obliga a romper la acciĂ³n, asĂ­ que cuidado.

            —Momentos de acciĂ³n o tensiĂ³n elevada. Al igual que en el caso anterior, pueden resultar atractivos, ya que la acciĂ³n casi siempre seduce al lector, aunque sĂ³lo sea para enterarse de quĂ© estĂ¡ ocurriendo, pero es necesario llevar muy bien esa acciĂ³n y acompañarla de las debidas explicaciones que debemos dar a nuestro lector, a la vez que tenemos que mantener el ritmo. TambiĂ©n tiene el inconveniente de que crean unas expectativas muy altas con respecto a nuestra historia. Antes de dar comienzo a una narraciĂ³n con un terremoto, pensemos honestamente, ¿seremos capaces de mantener ese ritmo y aĂºn elevarlo cuando sea preciso?

            —Comienzos excesivamente poĂ©ticos: «Un infausto y negro dĂ­a, cuando las tinieblas de la noche teñían de rojo las sĂ¡banas…» (La gran superproducciĂ³n, Jan). La poesĂ­a es una rama difĂ­cil de la literatura, no basta con retorcer las palabras y hablar de los bonitas que son las flores. Necesita mucha pericia y, sobre todo, mucha sinceridad. De lo contrario queda falso e impostado y sĂ³lo produce risa. No los utilices pensando que va a sonar bien o que te van a hacer quedar como alguien muy culto y sensible, porque lo mĂ¡s fĂ¡cil es que consigas el efecto contrario.

 

            ¿QuĂ© herramientas podemos utilizar?

            —No escribas tu principio ahora mismo. Como todo lo que escribes, estĂ¡ sujeto a revisiĂ³n, asĂ­ que simplemente comienza a escribir, desarrolla tu historia, conoce bien a tus personajes y encuentra el tono correcto para la narraciĂ³n; cuando tengas todo eso, te serĂ¡ mucho mĂ¡s fĂ¡cil dar con un principio atractivo.

            —Ensaya. Imagina quĂ© te gustarĂ­a a ti, como lector, encontrarte cuando abrieras un libro (y no me digas que tĂº no les das importancia a los principios, porque no es cierto; seguro que recuerdas al menos uno que te impactĂ³, te hizo sentirte atrapado y no te permitiĂ³ parar de leer). De acuerdo con tu gusto, prueba y ensaya.

            —Imagina la escena. Como escritor, eres un poco como un director de cine, ¿hacia dĂ³nde quieres que se dirija ala tenciĂ³n de tu lector? ¿QuĂ© quieres que mire y quĂ© impresiĂ³n quieres darle? Imagina el ambiente, lo que sucede y ordĂ©nalo como se harĂ­a en una pelĂ­cula para contarlo asĂ­.

            —Usa el humor. Si la situaciĂ³n lo permite, rĂ­ete, diviĂ©rtete, rompe la cuarta pared, atrĂ©vete a todo. Terry Pratchett pidiĂ³ a sus lectores que «ni parpadearan, que los efectos especiales eran caros». No tengas miedo a hacer reĂ­r a tu lector. Ten miedo a aburrirle, pero jamĂ¡s a hacerle reĂ­r.

            —Pide ayuda. Sin complejos, ninguno somos perfectos (ni siquiera yo :D ), asĂ­ que pide opiniones de terceros cuando lo creas oportuno, tanto de amigos o familiares como de completos desconocidos por internet, y no te enfades ni te deprimas si te dicen quĂ© falla y cĂ³mo mejorarlo; nadie lo hace bien a la primera, todo exige sacrificios y muchos intentos antes de alcanzar un buen nivel. Practica, practica y practica. La mejor manera de pulirse es esa: escribiendo.

 

            Y aquĂ­ hemos llegado al final de los principios. Y vosotros, ¿tenĂ©is algĂºn truco para vuestros comienzos? ¡DejĂ¡dmelo en comentarios!



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