Se trata de algo que oigo con relativa frecuencia. Los principios siempre son difíciles, aunque ya vimos unos truquitos aquí , sin...

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Se trata de algo que oigo con relativa frecuencia. Los principios siempre son difíciles, aunque ya vimos unos truquitos aquí, sin embargo, hoy vamos a hablar de algo más general, no de cómo comenzar un relato, sino de cómo comenzar a escribir. En realidad no es difícil, sólo requiere un poquito de autodisciplina, y ni siquiera una dosis muy alta: no más de la que necesitas para lavarte los dientes todas las noches, o hacer la cama por las mañanas.




                Digo esto porque lo primero, lo primerísimo-primeritísimo y fundamental que necesita todo escritor es precisamente eso: escribir. Todos los días. No digo que hagamos como Stephen King que se marca diez páginas diarias (o eso dice), pero sí que seamos constantes en crearnos un hábito de escribir a diario, aunque sea poquito, aunque sea sólo una página, o media, diaria, pero algo (no, una palabra solo no vale). En primera, porque a base de poquitos se hace un mucho y, en segunda, porque esa es la única forma de pulirte y mejorar, la práctica. Sí, sé que hay muchos cursos de narrativa, de creación literaria, de «consiga cinco mil lectores en hora y cuarto». Y muchos de esos cursos son buenos, nos pueden servir para mejorar, pero sólo si los aprovechamos practicando mucho. Si pagamos por ellos y no hacemos nada más, el único al que aprovecharán será al vendedor.

 

«Pero es que yo no tengo tiempo para escribir»

Partamos de esta base: escribir es sacrificado. Es un placer, qué duda cabe, aunque un placer que requiere tiempo, tranquilidad a la vez que un mínimo de concentración para sacarle jugo. Soy consciente de que llevamos una vida de locos que nos obliga en muchas ocasiones a levantarnos a las siete de la mañana y acostarnos a las once de la noche sin haber hablado más que con compañeros de trabajo y ni siquiera haber visto a nuestros hijos, lo sé. A veces apenas nos queda media hora libre antes de acostarnos a esperar un nuevo día maravilloso, tiempo en el cual lo único que nos apetece es vegetar delante de la tele desconectando con lo que nos echen. «¿Y en esa media hora tengo que ponerme a escribir?» Eeeh… sí. Si quieres ser escritor, si quieres escribir algo que valga la pena, tienes que aprovechar ese ratito dándole a la pluma o a las teclas, porque ni la genialidad, ni la inspiración, ni la legibilidad van a venir solas, hay que trabajarlas. Lo siento, pero es lo que hay.

 

«Quiero escribir erótica, y es que me da vergüenza»

Es normal. Se supera. A ver, creas a unos personajes, los conoces, los quieres… de repente tienes que verlos desnudos y haciendo el amor. Puede ser como ver hacer lo mismo a tu mejor amigo, da vergüencita, lo sé. Aunque si quieres escribir erotismo tienes que superar ese corte. La mejor manera de conseguirlo -una vez más, ¡todos juntos!- es escribiendo. Practicando. Comienza narrando escenas con personajes a los que no conozcas, imagina que simplemente narras una escena sexual que, accidentalmente, ves. O parte de un pretexto fantástico para ir directo al turrón: eres un hada traviesa que se divierte mirando a los humanos hacer el amor. De ese modo cogerás práctica en la narrativa erótica con personajes neutros, lo que te servirá para romper el tabú. También sabrás cómo narrar una escena desde la sensualidad y el cariño hacia tus protagonistas.


«¿Qué falta hace crear una historia y unos personajes en la literatura erótica? ¡El lector no quiere eso!»

Ay, amigo, si te has acercado a la escritura erótica creyendo que es «lo fácil», que basta vomitar un par de párrafos guarros y ya, déjame decirte que te vas a llevar una brutal decepción, la mayor desde que te llevaron a esa película de hombres-lobo y vampiros que resultó ser Crepúsculo. La erótica, como toda narrativa, exige una historia trabajada y unos personajes sólidos, de lo contrario nadie se la cree y sólo consigues caer en la involuntaria risa, en el ridículo. De acuerdo que todos hemos visitado páginas de relatos eróticos y hemos visto que los que tenían más lecturas no eran títulos como Un beso al atardecer, El pecador ciego, o La profesora de piano, sino Emputeciendo a mi hermanastra, Mi padre y sus amigos me cogen bien rico o Me lo monté con las gemelas, relatos que no tienen historia, y los personajes realmente no existen, simplemente son Ken y Barbie, no tienen la menor motivación. No, ni siquiera follar porque no existe la menor tensión sexual. Son pajas narradas y lo sabemos todos.

                Qué duda cabe que esos relatos tienen un gran número de lecturas porque van al calentón rápido, pero son lo que yo llamo «lecturas chungas». La mayor parte de los lectores que los visitan no llegan ni al final de la historia, se van antes a ver vídeos, entran engolosinados por ver si hay fotos, o visitan la página sólo para disimular con el texto porque desde donde están (el salón, la biblioteca, el trabajo…) cantaría mucho otro tipo de contenido más gráfico. En cualquier caso, no se quedarán con el nombre del autor, les dará exactamente igual qué haya escrito antes o después, no tendrá para ellos el menor valor, no le seguirán ni nada así.

                La única manera de destacar, o de hacerse un huequecito entre los autores de erótica, es ofrecer a nuestros lectores algo más por su tiempo que un calentón rápido, porque si no, la atención que nos dediquen será igual de breve, sino algo que merezca la pena, que se pueda leer más de una vez. Un relato trabajado.

                Cuando conocemos a nuestros personajes y sabemos cómo reaccionan, cuando nos preparamos una historia compleja llena de tensión, emociones… atrapamos la atención del lector, éste se da cuenta de que le damos algo valioso, y ese lector volverá, nos seguirá, hablará de nosotros y con nosotros. Nos querrá seguir leyendo, porque sabe que el tiempo que nos ofrece es para recibir a cambio algo bueno o algo que le gusta, unos personajes y unas situaciones de quienes quiere saber más. Un escritor no necesita un millón de lecturas, necesita cien Lectores.

               

                «¿Y el lector de erótica quiere eso?»

                Regla Número Tres (la número uno es LEE y la número dos, ESCRIBE): No subvalores a tu lector. En primera, no hay «lectores de erótica» y «lectores de cosas que no son eróticas», igual que no hay «lectores de fantasía» y «lectores de cosas que no son fantasía», sólo hay LECTORES, punto. A algunos les gustarán más unos géneros que otros, pero una persona que lee no se suele quedar sólo en un género, salvo que hablemos de lectores de «inserte aquí su libro sagrado único y verdadero», y a esos no estoy segura de que se les pueda llamar lectores. Un lector es una persona que ama leer o, por lo menos, le gusta y lo considera un placer, de modo que siempre va a venir a la erótica buscando lo mismo que busca en cualquier otro libro: una buena historia, ya sea humorística, negra, terrorífica, romántica… lo primero que busca que le exciten, es el cerebro. El sexo es importante, sí, imprescindible en erótica, pero viene luego. Para que te hagas una idea: es muy probable que hayas visto al menos unas cuantas secuencias de vídeos porno en tu vida, ¿recuerdas alguna? ¿La sigues viendo para «inspirarte» más de una vez? Quizá sí, aunque admitamos que es poco probable. Ahora piensa en alguna escena erótica de una película que te gustó, ¿cuántas veces la has visto, cuántas te ha hecho sonreír, emocionarte, llorar, quizá incluso pensar «ya podría sucederme algo así a mí»? ¿No es cierto que sigue despertándote sensaciones? Es mucho más probable que sí. Eso sucede porque los personajes te cayeron bien, estaban bien construidos, eran únicos, y la historia lo era también, te ofreció algo que podía ser visto una y otra vez. En el relato erótico, construir esa magia para tu lector es algo que él espera que hagas. Que está a tu alcance, que debes conseguir.

               

                «Quiero escribir erótica, pero sólo se me ocurren topicazos»

                ¿Qué tienen de malo los topicazos, por favor? Si han llegado hasta nuestros días, es porque nos dan algo que a nuestro cerebro le encanta, como son los patrones fáciles de reconocer y los esquemas que creemos poder predecir, eso no tiene nada de malo. Que llegue el bueno, mate al malo y se quede con la chica es algo que se ha repetido hasta la saciedad, pero nunca nos importa verlo una vez más, SI NOS LO CUENTAN BIEN.

                Una cosa hemos de tener presente: no vamos a inventar la rueda. No vamos a revolucionar el mundo de la Literatura con un esquema increíble que nadie haya visto jamás. Todos los esquemas, los finales sorprendentes, los giros de guión inesperados… ya han sido inventados y utilizados un millón de veces antes de que tú y yo pasáramos del silabario. Pero eso no significa que nos demos por vencidos, soltemos la pluma y digamos «no sirvo». Se trata de que usemos esos mismos tópicos a nuestra manera, con nuestro sello personal, nuestro estilo narrativo, nuestra personalidad… eso es lo que nos hará originales y únicos.

                La virgencita tímida que tiene miedo al sexo, la mujer fuerte que cree que el amor no es para ella, el viejo verde, el pagafantas, el rompebragas, todos son personajes tópicos. Si han llegado a convertirse en tales es porque funcionan. Aprovéchalos, sólo tienes que darles una historia única que los haga únicos, hasta pueden salirse de su tópico y crecer. La virgencita tímida que siempre ha estado reprimida por su familia, un día ve morir a su hermana y piensa «espera, ¿que la vida es esto?», decide recuperar el tiempo perdido, vivir por ella y por su hermana. El rompebragas que en realidad tiene problemas de autoestima que pretende paliar con sexo para conseguir, inconscientemente, la aprobación de los demás, hasta que se da cuenta de que en realidad le atraen los hombres… todo personaje tópico, toda situación tópica puede hacerse única si la desarrollas a tu manera hasta hacerla única. No tengas miedo a explotar tópicos. Mira, Disney lo lleva haciendo desde hace ya casi un siglo, y fíjate qué bien les va.

 

                De momento, esto ha sido todo como pequeña guía para comenzar a escribir erótica. Espero sinceramente haberos sido útil. Recordad que podéis seguir en Twitter, comentar, hacerme sugerencias sobre artículos futuros y todo lo que queráis. Hasta la semana que viene, escribid, pero seguros.



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