CLICHÉS QUE NORMALIZAN EL ABUSO, SEGUNDA PARTE.   Si yo también quiero, es genial. Si no lo quiero, da igual que me digas que me gustará...

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CLICHÉS QUE NORMALIZAN EL ABUSO, SEGUNDA PARTE.

 

Si yo también quiero, es genial. Si no lo quiero, da igual que me digas que me gustará. No lo hará. 

                La semana pasada di rienda suelta a la caja de odios para hablar de ciertos tópicos que nos pretenden hacer creer como «normales» ciertas conductas abusivas en el terreno sexual. Sin embargo, dejé deliberadamente en el tintero un tópico que, por enfermizo, merece capítulo aparte y lo vamos a tratar hoy: personas que se enamoran de su violador.

                Este cliché en realidad proviene de tiempos antiguos, cuando se pensaba que la violación poco menos que no existía o era realmente anecdótica. Que una mujer podía defenderse peleando, chillando, a base de rodillazos en los testículos y así impedirlo o, al menos, dificultarlo. Si no lo hacía, el pensamiento -incluso entre mujeres- era que, en el fondo, se había dejado y no estaba en desacuerdo. No me pongáis esa cara, que hoy día aún hay neandert… hay gente que lo piensa. Hasta hace poco más de medio siglo, se consideraba que una reparación idónea para estas situaciones era casar a la mujer violada con su agresor. Sí. De ese modo, el violador estaba forzado a mantenerla de por vida (hablamos de cuando el trabajo femenino no estaba normalizado, sino que la mayor parte de mujeres no trabajaban o dejaban de hacerlo cuando se casaban. Daba muy mala imagen que una mujer casada siguiese trabajando después del casorio; se pensaba de ella que era una mala mujer que no cuidaba bien a su marido, y de él que era un pobretón o un inútil que no sacaba suficiente dinero para mantener a su familia), y así el «honor» de ella quedaba restaurado también. Porque, no lo olvidemos, no hace tanto tiempo, una mujer que hubiese perdido el virgo, fuese por el motivo que fuese, ya era una puta y nadie querría casarse con ella, estaba «usada», no era de fiar… y una mujer no tenía más motivo de ser en la vida que casarse y traer hijos al mundo. Ya supondréis que verte obligada a guisar, limpiar y dar sexo a la persona que te forzó, no era una base precisamente de comunicación sana para una relación a largo plazo, menos aún cuando no existía el divorcio. O sí existía, pero en otros países. Aquí algo así era pecado gordo y ni se hablaba de ello. No obstante, como la sombra del machismo es alargada, todavía aquellas salvajadas llamadas «matrimonio reparador» se revistieron de morbo, de amor prohibido, llegando en ocasiones a acusar a la mujer violada de haber seducido al santo varón para pescarle y casarse con él. Tal paradigma se plasmó en el cine y en el arte en general, dejando poso en la cultura durante varias décadas. Aún hoy día hay mucho iluminado convencido de que las mujeres tenemos por hobby el dejarnos violar para luego correr a denunciar y arruinarle la vida a algún pobre chico inocente sólo porque nosotras no sabemos beber, o sólo porque se nos ocurre salir a bailar en lugar de quedarnos en casita como hacen las chicas decentes.

                Lo queramos o no, todavía existe ese poso que, en ocasiones, lleva a historias en las que sucede algo no sólo horrible, sino tan poco creíble como el que una persona violada o que ha sido objeto de abusos, se enamore de su violador. No. Nunca. No sucede. JA-MÁS. Y si sucede, estamos hablando de una persona que necesita urgentemente ayuda psiquiátrica (cosa que puede justificar ese argumento, aunque teniendo muy presente que NO ESTARÍAMOS HABLANDO DE AMOR, sino de una obsesión enfermiza.

 

                «Pero, ¿no es que el amor lo puede todo?»

                NO. No, Mary Paz. Y desterremos ese joío tópico de una cochina vez, porque es más insano que el sándwich que mató a Elvis. El amor no lo puede todo, ni tiene por qué poderlo todo. Una persona no tiene que aguantar -por un ejemplo- malos tratos, ni infidelidades, ni abusos de otra persona sólo porque la quiera mucho. Hemos de recordar que antes que a nadie, primero-primero de todo, uno se ha de querer a sí mismo, y una persona que aguanta carros y carretas de otra, no se quiere NADA. Sólo tiene terror a estar sola y está anulada por su supuesta pareja. Para que el amor soporte algo, antes que nada tiene que nacer, y un ataque sexual no es -desde luego- la mejor forma de hacer que nazca amor, sino temor, asco y odio.

 

                «Pero puede suceder que la víctima sienta mucho placer, y entonces…»

                Supongamos que quedas con alguien que no te atrae gran cosa, pero, por motivos X, decides tener sexo con ella, descubres que es un dios del sexo y te enamoras. Vale. Ha habido mutuo acuerdo, un sexo genial y eso te lleva al flechazo. No es el comienzo más saludable del mundo, aunque puede pasar. Sin embargo, en ese supuesto estamos hablando de que ha habido mutuo acuerdo. En una violación no hay acuerdo, hay fuerza. Una persona es forzada por un atacante para tener sexo ignorando por completo sus apetencias, sus deseos, su voluntad, mediante la obligación física. Mediante el maltrato, esa persona se ve obligada a verse despojada de su dignidad y a chupar, recibir fluidos, babas, ser poseída en su carne, en lo más íntimo. ¿De verdad os parece que, en primera, puede llegar a sentir algún placer en lugar de sólo asco y dolor y, en segunda, que en el muy improbable caso de sentir placer, éste va a desembocar en amor hacia quien le ha obligado a pasar por algo así? Si el caso de sentir placer se da, lo único que es probable que genere en la víctima es una sensación de culpa aún mayor y rechazo hacia su propio cuerpo por reaccionar con placer ante una situación odiosa como es un ultraje físico. Lo sé, yo también he visto algo así miles de veces en el hentai, ¿y qué tipo de sociedad es la japonesaaa….? Premio. Una muy machista. Por ello este cliché se repite tanto. No lo hagamos nosotros.

 

                «Pero a lo mejor después hablan, resultan que se entienden y se enamoran»

                A ver, de verdad, el principio de «una mala tarde la tiene cualquiera… no sé qué me pasó, me enajené… pues en casa nunca había mordido…», y similares no son más que disculpitas baratas para justificar lo injustificable. Un violador es un criminal. Un abusador que pretenda controlar a la víctima a su antojo. No se va a quedar ahí a contarle su vida salvo que pretende obtener su sumisión a largo plazo mediante la manipulación psicológica, a fin de que la víctima no le denuncie y, de paso, la tenga disponible para desahogarse siempre que le apetezca. Una persona que viola a otra no es -no puede ser- buena persona, ya vale del cuentito de «es que se volvió loco por unos momentos, es que no sabía lo que hacía, es que no es así, pero…». NO. Si te enajenas, si te cabreas, puedes romper una taza, le pegas un puñetazo a la pared, gritas, lloras… pero no violas a una persona. No si sientes un mínimo respeto por ella, no si eres una pizca humano. Así que no, puesto que una persona que sea digna de ser llamada así jamás violará a otra, tampoco hay posibilidad de que se quede ahí hablándole a su víctima hasta que se enamoren. No me vale si me dicen «no, si es que no quería violarla, es que…». NO. No estamos hablando de que me he girado deprisa, no te he visto y te he pisado sin querer, estamos hablando de que una persona ha forzado a otra consciente y deliberadamente durante minutos y minutos hasta llegar al final, eso no se hace «sin querer». Cualquier discursito posterior  de «perdóname, yo no quería violarte», en realidad significa «no me denuncies y sé siempre dócil conmigo, déjame usarte siempre que se me antoje porque, recuerda, yo no quiero violarte… no me obligues a hacerlo».

                Y hasta aquí llegamos con la idea -absurda y malvada- de personas que se enamoran de su violador. Sí, la creatividad es libre, podemos escribir de lo que se nos antoje, no seré yo quien os diga que no lo hagáis. Aún así, me encantaría acabar con un tópico que no sólo es barato, también es cruel y no sirve más que para perpetuar ideas rancias, caducas, que apestan a antipolillas y a Varón Dandy.



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4 comentarios:

  1. Es lamentable que no importa el país donde te encuentres, todavía haya gente con el tipo de pensamiento retrograda de que es culpa de la mujer. Cada mujer debería de poder andar donde quiera y como quiera sin temor alguno por el hecho de ser mujer

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    1. A la mierda la responsabilidad personal ¡Untemonos en miel y salgamos a patear colmenas!

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    2. Exacto. Todos sabemos que existen violadores, igual que existen ladrones, pero cuando una persona sufre un robo, nadie le dice "¿y tú cómo sacaste la cartera? ¿Hiciste ostentación del dinero que llevabas? A ver, que es horrible sufrir un robo, pero... ¿tú estás seguro de que no querías que te robaran, no le provocaste?"

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    3. Anónimo del 27/05... nadie ha dicho nada sobre la responsabilidad personal. Se habla acerca de culpar a la víctima, algo que no tiene pies ni cabeza. No cuando la mayor parte de los abusos se producen por parte de personas conocidas, en el entorno personal y hasta en la casa de la víctima, y aunque no sea así, la culpa NUNCA puede ser de la persona que ha sufrido el abuso.

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