ME HE ATASCADO EN UN RELATO.

"Me he hecho un té, y aún no se me ocurre nada".

                Horror. Terror. Furor. «Me he atascado en un relato». Esta frase, a los escritores, nos asusta más que la hoja en blanco. Más que hacer el principio, que poner título, y hasta más que corregir. Nos encontramos en una encrucijada de la que no sabemos salir. No es que no sepamos qué camino tomar, es que nos encontramos frente a un barranco, ni siquiera hay camino. En una situación así nos parece que todo nuestro trabajo anterior es inútil, que deberemos empezar de nuevo desde cero. Es un momento que El Impostor aprovecha para hacerse fuerte e intentar convencernos de que no servimos para escribir, creencia que es fácil caer en la tentación de tomar en serio porque, si fuéramos buenos, no tendríamos vacíos creativos, sabríamos siempre por dónde salir, ¿no? NO. Vamos a ver algunas técnicas para lidiar con este momento.

                No desfallecer ni desesperarse.

                Sí, yo también sé que decirse, se dice la mar de fácil, sin embargo, cuando estás mordiendo la pluma y tirándote de los pelos, no se consigue con la misma facilidad. Aún así, la desesperación no sólo no va a arreglar nada, sino que pondrá las cosas peor aún. Lo más fácil es que acabemos el relato mal y de cualquier manera sólo por finalizarlo, quitárnoslo de encima y poder pasar a otra cosa, lo que hará que le cojamos manía a ese relato, episodio, personaje… No nos hagamos eso a nosotros mismos. Es preferible mil veces dejar el escrito aparcado un par de días o semanas hasta que tengamos una idea meritoria, que acabarlo a puros huevos con una idea que no nos convence.

                               «¡Pero es que yo tengo que acabarlo, es honrilla, tengo que poder!»

                               Si se trata de un asunto que te priva de paz de espíritu, adelante. Si para ti es imprescindible acabar por encima de todo, dale un final aunque sea torticero, deus ex machina o una verdadera chapuza, pero quédate a gusto. Sé consciente de que ese final está ahí sólo de manera temporal y no te define como escritor, simplemente lo has puesto para que no pensar que has dejado el cuento a medias, nada más. Se puede cambiar y se cambiará, encontrarás otra idea, otro tratamiento… que te satisfaga más.

                Tómate un descanso.

                Lo que decía más arriba, ¿no se te ocurre nada? Pues tampoco pasa nada. No tienes que entregarlo a la revista Time antes del fin de semana, aunque aún si tuvieras que prepararlo para algo tipo concurso, fanzine, evento… no puedes forzarlo ni ponerte nervioso. Levántate, ponte un té, sal a pasear… piensa en otra cosa. Ponte incluso a ver una película o échate una siesta si hace falta, pero relájate y deja que tu mente repose. Sólo así llegará la idea, te garantizo que lo hará. Sin embargo, cuanto más quieras forzarla, menos lo hará.

                Repasa tus otros escritos//escribe de otra cosa.

                Leer otros relatos que escribiste anteriormente te ayudará a encontrar ideas, reciclarlas, ver cómo saliste de situaciones quizá similares en otras ocasiones, y también te hará ver que El Impostor no tiene razón, que has escrito otras cosas que merecían la pena, que has mejorado muchísimo como escritor. Tan sólo estás pasando por una pequeña dificultad perfectamente normal por la que pasan todos, todos los escritores. Sí, te garantizo que tu ídolo lo ha pasado también en más de una ocasión y ha salido de ello como lo harás tú.

                Escribir de algo distinto también te será útil para que tu mente descanse. Puedes ponerte con otro relato, hacer una crítica de cine de algo que viste, una carta aunque no la envíes, una página de tu diario e incluso una creativa lista de la compra, por ejemplo. El resultado será el mismo: dale un paseo a tu cerebro. Notarás que esa desconexión te ayuda muchísimo.

                Pide ayuda.

                Vivimos en comunidad, estamos aquí para ayudarnos unos a otros y, en plena era de lo digital y las redes sociales, una petición de ayuda llegará mucho más lejos de lo que tú crees. Pregunta a las personas de tu entorno qué opinan de lo que escribes, pídeles consejo (no es preciso que los sigas ciegamente, tú eres el autor, tú decidirás con qué quedarte. Yo le preguntaba a mi madre entre dos camisetas y me quedaba con la que a ella NO le gustaba, así sabía cuál era la que más molaba), pregúntales si se les ocurre alguna idea, qué harían ellos en esa situación… Puede que ninguno te dé la idea genial que precisas, sin embargo sí podrás ver que tus escritos gustan mucho más de lo que esperas.

                Ten fe en ti mismo.

                Este, probablemente, es el paso más difícil. A la vez que es el más necesario. Hemos de ser conscientes de que la escritura es un proceso de aprendizaje constante en el que nos vamos puliendo de acuerdo con lo que practicamos, a los errores que cometemos y a los vacíos, crisis, problemas, bloqueos… que enfrentamos. Nadie se pone y escribe del tirón El gran Gatsby sin tener ninguna duda ni pasar por ningún momento en el que no se le ocurre nada, ni dudar  jamás de su valía o de su historia. Eso no significa que sea mal escritor o no sirva para escribir, simplemente significa que se enfrenta al proceso, lleno de altibajos, que es la escritura.

                Hasta aquí, mis consejos para lidiar contra los bloqueos. Si tienes alguna más, algún truco particular que uses en estas ocasiones, déjamelo en comentarios, así nos ayudaremos todos. Es más, seguro que supones por qué el artículo de esta semana habla precisamente de atascos. Pues sí, lo has adivinado: porque soy la que estoy en medio de un relato que no sé bien cómo continuar y precisaba pensar en otra cosa; ahora ya tengo ideas nuevas.