Y en ese momento, que te digan "¡pero sin mariconadas!" Dos palabras que parecen estar poniéndose de moda, pero que en realidad ...

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Y en ese momento, que te digan "¡pero sin mariconadas!"

Dos palabras que parecen estar poniéndose de moda, pero que en realidad existen desde hace mucho tiempo, sólo que, igual que sucede con otras parejas de palabras como “seguridad vial”, “educación sexual”, o “dieta equilibrada”, no se les hace nunca todo el caso que se les debe. Vamos a ver un poco qué es esto de la responsabilidad afectiva y cómo la llevamos en nuestra vida diaria y sobre todo, de pareja.

 

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

Es ser consciente de qué sentimos exactamente por las personas que nos rodean y transmitirlo con sinceridad (¡sin brutalidad!) para que no crean que sentimos por ellas algo distinto a lo que realmente hay. Ser consecuentes con nuestros sentimientos y respetuosos con los del otro en todo momento, sin caer en la compasión, pero tampoco en la crueldad. Dicho más claro: que si somos conscientes, si notamos, si alguien nos dice que le gustamos o incluso que nos ama y no le correspondemos, que no le mintamos ni le demos falsas esperanzas amparándonos en que nos da mucha penita o peor aún: porque queremos sacar provecho de la debilidad que siente por nosotros.

Con esto, no quiero decir que contestemos de mala manera si alguien que no nos gusta se nos insinúa con amabilidad, que le arranquemos el corazón y lo pisoteemos. Tampoco es eso. Es preciso ser capaces de expresar nuestra negativa de tal forma que el otro no se quede destrozado. Al menos, dentro de lo que podemos controlar.

¿Y eso cómo se hace?

Siendo sinceros pero amables. Últimamente me encuentro a muchas personas que presumen de “ser muy sinceros”, eufemismo que utilizan para decir “soy un borde de tres pares”. La sinceridad no implica, ni tiene que implicar el insulto, la humillación o la superioridad. A una persona se le pueden dar calabazas sin necesidad de estrellárselas en la cara. Lo primero que hemos de entender, antes de llegar al rechazo, es que debemos, dentro de nuestro carácter, tratar a las personas como queremos que ellas nos traten.

El interés amoroso y sexual es algo que no depende por completo de nosotros. A veces podemos limitarnos a intercambiar saludos de cortesía con alguien y que ese alguien se encapriche de nosotros sin más ayuda. En ese caso, no tenemos responsabilidad alguna. Pero en ocasiones, a veces por descuido, por un carácter extrovertido o por una excesiva cordialidad, podemos inducir a otra persona a pensar que estamos interesados en ella cuando no es así. Esto es algo que sucede cuando tocamos al otro, le tomamos de la mano o le abrazamos sin dejar claro que no tenemos interés romántico, sólo amistoso o cordial. No es nada malo, no hemos hecho nada espantoso, simplemente hemos cometido un error y, cuando el otro nos pida pasar más allá en una relación que no deseamos, hemos de pedir perdón. Porque ha sido un error nuestro darle unas confianzas que nosotros considerábamos naturales, pero le han hecho pensar que eran privadas.

¿Entonces, tengo que ser un borde y no tocar a nadie?

NO, no he dicho eso. Lo que digo es que no todo el mundo entiende el contacto físico, las bromas picantes o las confianzas de la misma manera. Hay para quien son algo que puede compartir con cualquiera, y quien las considera insinuaciones o algo propio de una pareja, un tonteo que dice “quiero algo contigo”. Si nuestra forma de ser nos lleva a tocar, abrazar o hacer chistes sexuales a los dos minutos de conocer a una persona, es mejor que lo recalques antes de que alguien se llame a engaño y acabe sufriendo. Hay ocasiones en la vida en las que es mejor poner el parche antes que la herida, y esta es una de ellas. Sé siempre amable, educado, simpático… pero advierte que tu simpatía es universal.

¿Y si alguien me dice que le he mandado señales y yo no me he dado cuenta?

Puede que esa persona entienda por señales algo distinto a lo que entiendes tú. Si ha sido así, no pasa nada, pídele perdón, explícale que lo sientes, que no ha sido tu intención y no lo repitas con esa persona, trátala con más distancia. Puede que hieras sus sentimientos, sin embargo no lo has hecho con mala fe. Si le rechazas con delicadeza, no tiene por qué enfadarse pues sólo ha sido un malentendido.

Si es cierto que le has hecho creer lo que no había, tu comportamiento ha sido muy, muy incorrecto. Has sido cruel, has jugado con sus sentimientos, y tu caso es uno muy claro de falta de responsabilidad afectiva; has utilizado a una persona cuyo cariño no te interesaba para subir tu ego, has herido sus sentimientos. No debes volver a hacer algo así, da igual las excusas que pongas, si lo has hecho a sabiendas, nunca puede estar justificado. No sólo debes pedir perdón, también debes no volver a hacerlo nunca.

Es que no sé si me gusta o no, cuando estoy con esta persona me hace sentir bien, a gusto, pero otras personas me encienden más, y no sé.

Sí sabes. El amor no se piensa, el amor se siente, y es una mezcla perfecta de cariño y lujuria. En una relación es normal sentir deseo por otras personas aparte de tu pareja, eso no significa que seamos infieles, ni que estemos pensando en traicionar ni que no amemos a nuestra pareja, significa tan sólo que somos humanos y fantaseamos. Pero si no hay deseo en absoluto, si el deseo sólo nos lo despiertan los demás, no hay amor, sólo amistad. Y hacer creer lo contrario por “no perder la amistad”, nunca lleva a nada bueno. Esa persona acaba hartándose del juego de “ni contigo ni sin ti” y se da cuenta de que no es que no quiera a alguien como así pareja, es que tampoco quiere su amistad, y es normal, ¿qué clase de amigo tiene al otro en una situación tan indecisa en la que ni siquiera sabe si son amigos, algo más o nada en absoluto?

Por favor, no le hagáis eso jamás a nadie. Es agotador, porque no sabes qué tipo de relación tienes y si te llega la ocasión de intimar, de conocer a otra persona, tampoco te ves capaz de aceptarla (cuando sea alguien que quizá sí valga la pena) porque sientes que te debes al otro que no se decide, que le vas a hacer daño, que te va a reprochar… Y si eres tú quien te encuentras en esa disyuntiva, no lo aceptes. Sé también responsable afectivamente contigo mismo, no te dejes someter a eso. Pon bien claros tus sentimientos y exige una respuesta para ellos.

Es que esa persona me hace regalos, me lleva a sitios y no quiero perder eso.

A ver cómo te lo digo… “¿egoísta yo? Y una mierda para mí”. SilvioJosé de mi vida o JenniferMari de mi corazón, eres una mala persona. Si hace dos supuestos decía que “te has portado mal”, aquí ya no hablamos de algo puntual, objetivamente eres un cochino egoísta y sólo piensas en ti. Si estás con una persona a sabiendas de que te quiere y sacas provecho monetario de ese amor que tú finges, no puedo encontrar excusa a tu comportamiento, a no ser que me digas que hizo algo parecido con tu hermano, con tu mejor amiga, y le estás sometiendo a una venganza kármica particular, y aún así no lo vería bien del todo, porque no dejas de convertirte en aquello que odias.

Las personas no somos bienes raíces. Entiendo que tú no tienes la culpa de que alguien se interese por ti y te haga un regalo en una ocasión puntual, un detalle o un favor. Si eres ignorante de sus sentimientos, si crees que sois amigos, puedes aceptarlo. Pero si sabes a ciencia cierta que busca algo más de ti y el “ni contigo ni sin ti” te permite recibir esos regalos, tienes que parar en el acto. Sé que es una situación que halaga la vanidad de uno, pero es algo cruel, te estás aprovechando de una persona por la que no sientes nada y acabarás haciéndole mucho daño.

Soy muy inteligente porque le hago creer a X que le amo y así nos acostamos. Luego digo que he perdido la ilusión y puerta.

Eres tan miserable o más que el ejemplo anterior. Das asquito, así de claro. A esto se le llama “jugar con los sentimientos de una persona” y sólo produce dolor, resentimiento y desconfianza en relaciones futuras. Hacer creer a una persona que la queremos para obtener sexo es una bajeza. No demuestra inteligencia alguna, sólo una forma de ser rastrera. La persona a la que manipulamos de ese modo va a salir no sólo con el corazón hecho trizas, también con la autoestima por los suelos e implícitamente convencida de que hay algo mal en ella y nadie lo querrá nunca.

Si quieres acostarte con una persona, ten narices y dile que te apetece un revolcón sin compromiso, que no le quieres como pareja, pero te apetece como compañero de juegos para una vez o dos. Te sorprenderá cuántas personas aceptan y no piden nada más que precauciones sanitarias. Pero nunca, nunca, nunca, juegues con los sentimientos de una persona. No te gustaría que te lo hicieran a ti, no te gustaría que se lo hiciesen a alguien a quien quieres, así que no se lo hagas a nadie. Jamás. Gracias.

Yo soy esa persona que hace regalos-favores, tengo una amistad con alguien que me dice que me quiere mucho pero sólo como amigos y sin embargo a veces me besa, me toma por los hombros, me dice que soy muy importante y especial…

Tengo una noticia para ti: las personas no somos máquinas expendedoras en las que metes atenciones, regalos, favores y a cambio sale sexo o sale amor. No funciona así. La mejor manera de comprobar si esa amistad es verdadera o interesada es dejar por completo de hacer regalos y favores, aprender a decir no. La próxima vez que te pida los apuntes, o que le acerques a algún sitio, o que vayas a buscarle tal cosa o que le hagas la cena… no lo hagas. Tú tienes una vida también, tienes ocupaciones, tienes cansancio, otros compromisos que hacen que no puedas estar a su disposición constantemente. Cuando le niegues unas cuantas cosas, si sigue a tu lado, realmente sois amigos. Si empieza con las quejas, los reproches o directamente te deja de hablar, ya sabes que esa amistad sólo iba en un sentido.

No dejes que nadie te coloque en esa situación de ser la criadita o el esclavito de nadie. Ten autoestima y plántate. Sé que es difícil, sé que estamos acostumbrados a pensar que el amor lo puede todo, que esa persona se va a dar cuenta de cuánto le queremos y se enamorará de nosotros y que todo va a terminar en un “fueron felices y comieron perdices”, pero la vida real no funciona así. En la vida real, el primer amor que debemos fomentar es el propio. Si nosotros mismos no nos respetamos, nadie lo hará nunca.



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