El extremo contrario de la multiorgasmia , una divertida forma de tortura sexual y una prĂ¡ctica muy satisfactoria tanto para q...

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            El extremo contrario de la multiorgasmia, una divertida forma de tortura sexual y una prĂ¡ctica muy satisfactoria tanto para quien la recibe, como para quien la da, y que consiste en alargar los segundos de incontenible placer previos al clĂ­max. Es el orgasmo denegado, y hoy vamos a hablar de Ă©l.

SĂ­... pero no. 


                PongĂ¡monos en situaciĂ³n. Nos encontramos a las puertas del orgasmo, esos momentos en que nos derretimos de gusto e impaciencia, debatiĂ©ndonos entre el deseo de llegar y alcanzar el placer mĂ¡ximo, y a la vez el capricho de que la diversiĂ³n no acabe aĂºn, que dure un poquito mĂ¡s. En ese momento, nuestra pareja detiene la estimulaciĂ³n y no nos permite llegar al momento cumbre. Eso es el orgasmo denegado. Se trata de un juego-tortura muy excitante en el que entregamos nuestro placer por entero a nuestra pareja, y nos permite -como maestros- controlar el estado de excitaciĂ³n durante el tiempo que nos apetezca.


¿CĂ³mo hemos de hacerlo?

                Primero de todo y como siempre, hemos de pactar esta prĂ¡ctica con nuestra pareja. Al igual que con el sexo anal o cualquier otro juego, la comunicaciĂ³n -como siempre digo- es lo mĂ¡s importante. Hemos de tener en cuenta que es una tortura muy divertida, pero una tortura, y encierra una parte importante de frustraciĂ³n que puede resultar desagradable a nuestra pareja y por lo tanto, que no desee hacerla. Partiendo de la premisa de que nuestra pareja estĂ© de acuerdo, hemos de disponer de mucho tiempo e intimidad; es un juego que exige mucha tranquilidad, no queremos que nos interrumpan, ni andar pensando que nos esperan a las ocho para ir a cenar.

                En el orgasmo denegado no estamos hablando de una relaciĂ³n sexual al uso en la que hay un rato de juego previo, penetraciĂ³n, etc. AquĂ­ estamos hablando de una relaciĂ³n que es enteramente juego. El maestro o amo no necesita quitarse ninguna prenda si no lo desea, en tanto que el sumiso, esclavo, receptor de placer o como queramos llamarlo, ha de permanecer como el maestro guste, ya sea desnudo por completo o sĂ³lo en parte, con o sin ropa interior. Para llevar a cabo el juego, el maestro estimula a su esclavo como guste y por todo el cuerpo, usando boca, manos o juguetes. La postura que yo recomiendo es ambos sentados, cĂ³modos, el amo con las piernas separadas para que el sumiso pueda sentarse entre ellas y asĂ­ aquĂ©l tenga acceso a todo su cuerpo y pueda acariciarlo a gusto desde la cara a los muslos, pasando por los genitales. El amo darĂ¡ placer a su sumiso pero, cuando este se anime demasiado y estĂ© a punto de llegar, deberĂ¡ detenerse y dejarle reposar unos segundos para volver a acariciarle despuĂ©s; de ese modo le tendrĂ¡ a punto de llegar, pero sin dejarle hacerlo, todas las veces que guste.


¿QuĂ© herramientas debemos usar?

                Todo lo que se nos ocurra, empezando por las manos y terminando por juguetes erĂ³ticos, pasando por plumas, cubitos de hielo o cualquier otra parafernalia que nos excite. Si nuestro sumiso no aguanta sin tocarse, podemos inmovilizarle las manos, pero para ello NO USÉIS TRAPOS O PAĂ‘UELOS, pueden producir irritaciĂ³n y, si se atan demasiado fuerte, hasta cortar el riego sanguĂ­neo. Es mejor invertir en unas esposas afelpadas; pueden conseguirse discretamente en sex shops online y cuestan menos de diez euros.


¿Durante cuĂ¡nto tiempo se puede hacer?

                Es variable y dependerĂ¡ de nuestro sumiso. Hemos de recordar que la estimulaciĂ³n excesiva -tanto en mujeres como en hombres- puede terminar siendo dolorosa, de modo que nunca debemos forzar y, sobre todo en las primeras prĂ¡cticas, no aconsejo denegar el orgasmo mĂ¡s de tres o cuatro veces. Conforme cojamos prĂ¡ctica, podremos aumentar el nĂºmero de ocasiones en las que nos detenemos e incluso -si ambos encontrĂ¡is placer en ello- podĂ©is dejar a vuestro sumiso sin satisfacerle y no decirle cuĂ¡ndo le dejarĂ©is finalmente acabar, si mĂ¡s tarde ese mismo, o al siguiente… Tened en cuenta que la gracia de este juego consiste en que nuestro sumiso alcance cotas de deseo muy elevadas y suplique porque le permitamos quedarse a gusto, y eso algo totalmente reversible; si una semana eres tĂº el maestro, la siguiente puedes ser el sumiso y tener que pagar por lo que hiciste cuando llevabas las riendas. La denegaciĂ³n del orgasmo produce que, cuando al fin lo alcanzamos, al placer se una el alivio, lo que nos regalarĂ¡ sensaciones poco menos que soberbias.

                El orgasmo denegado es una prĂ¡ctica no sĂ³lo muy divertida, tambiĂ©n muy excitante y que aumenta grandemente nuestra confianza como pareja al ofrecerle la decisiĂ³n -o el permiso, dependiendo de en quĂ© lado nos encontremos- de nuestro momento mĂ¡s Ă­ntimo y de mayor vulnerabilidad para nuestro control y disfrute: su orgasmo.

     ¿Os gusta tener el control de su orgasmo? ¿Os animĂ¡is a probarlo? ¡DejĂ¡dmelo en comentarios!



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