He hablado en ocasiones de malas ideas para hacer el amor. Hoy, en cambio, vamos a ver lo contrario, lugares buenos para tener...

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       He hablado en ocasiones de malas ideas para hacer el amor. Hoy, en cambio, vamos a ver lo contrario, lugares buenos para tener sexo, ya sea en la realidad o en la ficciĂ³n. A veces, un poquito de incomodidad puede aumentar no sĂ³lo el placer, sino tambiĂ©n el morbo, y en otras ocasiones, en cambio, puede ser precisamente la comodidad lo que nuestros personajes o nosotros mismos mĂ¡s necesitamos. Vamos allĂ¡:



Camas y sillones: inventos que merecen el Premio Nobel.


La cama: puede parecer algo manida, vale, pero si desde el principio de la Humanidad y hasta en el libro «¿De dĂ³nde venimos?»  se ha usado este sacrosanto mueble para el ayuntamiento placentero, es por algo. La dulce y calentita cama siempre serĂ¡ la reina de las ubicaciones a la hora del sexo. Permite muchas posturas, el mero hecho de estar tumbado junto a tu pareja ya incita a la intimidad y cuenta con la considerable ventaja de, una vez terminados los juegos, ya estĂ¡is en la cama para echar un sueñecito. Por mĂ¡s que pueda haber sido usada, nunca perderĂ¡ el primer lugar. No la subestimemos ni dejemos de usarla por creerla aburrida; puede dar mucho mĂ¡s juego del que pensamos.

«¿CĂ³mo la puedo hacer mĂ¡s divertida?» Si quieres añadir un plus a la cama, siempre hay opciones; podĂ©is usar perfume entre las sĂ¡banas o dejar un regalito bajo ellas (un tanga, un juguete sexual…). TambiĂ©n podĂ©is poner cascabeles u otros objetos soneros sobre la colcha y jugar a tocaros sin que suene ninguno (el que los haga sonar, paga prenda). Otra cosa interesante es usar sĂ¡banas de vinilo o plĂ¡stico, de ese modo podĂ©is jugar con todo el lubricante que querĂ¡is o eyacular, sudar… sin miedo a manchar la cama, puesto que son sĂ¡banas que no empapan y se lavan con facilidad.

El salĂ³n: un gran sillĂ³n de dos o tres plazas, muchos cojines, quizĂ¡ hasta un mueble-bar y un equipo de mĂºsica, ¿quĂ© mĂ¡s se puede pedir? El salĂ³n es un cuarto muy adecuado para los juegos sexuales de todo tipo, ademĂ¡s de que contaremos con la tele para poner porno en ella si nos apetece (si tienes una SmartTv basta con que conectes tu mĂ³vil a ella y envĂ­es los vĂ­deos X que mĂ¡s os gusten). El tresillo ofrece la posibilidad de estar tumbados o sentados y el sillĂ³n monoplaza es perfecto para hacerlo a caballito o acomodarse entre las piernas de tu amante y ofrecerle una buena sesiĂ³n de sexo oral. Para nuestros relatos es igualmente Ăºtil y nos proporciona todo un abanico de fantasĂ­as.

La cocina: mucho antes de que llegaran Nueve semanas y media, Como agua para chocolate o El cartero siempre llama dos veces, la cocina ya era un lugar muy erĂ³tico. No aconsejo los juegos con comida, que siempre acaban resultando pegajoso-pringosos, pero hacerlo en la encima o en la mesa puede añadirle mucho morbo. En primera porque la ausencia de comodidad obliga a hacerlo de pie o mal apoyados en alguna superficie horizontal, quizĂ¡ sĂ³lo parcialmente desnudos. En segunda por pensar que lo estamos haciendo en la misma mesa donde comerĂ¡n nuestros familiares o amigos y que estamos haciendo algo «sucio» en la que deberĂ­a ser la estancia de la casa cuya limpieza mĂ¡s cuidemos. Por favor, eso sĂ­, MUCHO CUIDADO con fogones y cuchillos (recuerda esto: un cuchillo que cae NO TIENE MANGO), pero aparte de eso, es un gran escenario para juegos amorosos.

Cuarto de niños o de invitados: Punto extra si estĂ¡ lleno de peluches-juguetes infantiles o si es el cuarto que reservamos para la tĂ­a Anacleta y estĂ¡ repleto de pañitos de encaje o cuadritos religiosos (en especial si son esos cuadros hologrĂ¡ficos tan espantosos en los que aparece JesĂºs y luego la Virgen, o JesĂºs con los ojos ora abiertos, ora cerrados. Si eres capaz de excitarte con algo asĂ­ pegado a tu nuca, tienes mi respeto). SĂ© que puede resultar algo incĂ³modo pensar que «profanamos» una estancia dedicada a un bebĂ© de corta edad o a un pariente que respetamos, y si es asĂ­, oye, no hay porquĂ© hacerlo. Pero si simplemente aprovechamos el morbo, trabajamos la fantasĂ­a y pensamos que somos la canguro que abusa de la confianza de la familia que la contrata, por ejemplo, y decidimos ser traviesos en el cuarto del bebĂ© o de la abuelita… podemos pasarlo realmente bien.

La terraza: Dependiendo de las dimensiones de tu casa, esto puede ser o no viable. No te preocupe que no podĂ¡is tumbaros o que os vean desde casas vecinas; aquĂ­ entra el «peligro» de ser espiados y el placer de la incomodidad. PodĂ©is hacerlo de pie o en cuclillas, vestidos y descubriendo sĂ³lo lo imprescindible para penetrar o tocar… y desde luego, gritos, poquitos. Si tienes la suerte de tener una terraza amplia desde la que no acertĂ©is a ser vistos, tanto mejor. PodĂ©is incluso preparar un cuarto de verano con colchĂ³n hinchable. Un poco de mĂºsica, unas plantitas y unas velas -siempre lejos de la cama, por favor- completarĂ¡n el ambiente chill-out a fin de disfrutar de una noche de pasiĂ³n inolvidable sin salir de casa.

Todas estas ideas no sĂ³lo valen con tu pareja, sino tambiĂ©n para tus personajes. No es preciso que se vayan de viaje a un hotel de cinco estrellas para gozar de algo especial, lo pueden tener mĂ¡s accesible de lo que ellos creen. El ambientar nuestros relatos con un poco de realidad no sĂ³lo los hace mĂ¡s creĂ­bles, sino tambiĂ©n mĂ¡s cercanos a nuestros lectores. Ellos desean creernos, fantasear con que algo tan delicioso como lo que contamos en nuestros relatos puede pasarles a ellos. Todo lector que ve algo que le gusta desearĂ¡ imitarlo, practicarlo con su pareja cuanto antes. No todos tenemos a mano un helicĂ³ptero, una limusina o un castillo en La Toscana, pero siempre tendremos a mano un dado de parchĂ­s y un poco de fantasĂ­a; con eso basta para muchos juegos.  



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5 comentarios:

  1. que asco das zorra degenerada, eres igual de despreciable que ivan sarnago y vaya que tenĂ©is algo en comĂºn, tĂº crees ser escritora y Ă©l cree ser dibujante

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    1. ¡Ooooooh, un hater, quĂ© ilusiĂ³n! ¡Habla, hater, di cosas! Voy a por unos cacahuetes, te los tirarĂ© para que hables.

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    2. Que pena das patĂ©tica payasa, deberĂ­as sentir vergĂ¼enza de ti y realmente se nota que solo tienes cacahuetes y nada mĂ¡s, no tienes mĂ¡s que dar desde tu pobreza!

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  2. ¿Ya...? Venga, di mĂ¡s cosas, hombre, no te irĂ¡s a quedar sĂ³lo ahĂ­.

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  3. Que la muy lamentable quiere caso porque se ha enterado que su blog no lo visita nadie mĂ¡s que un hater para insultarle. Que vida mĂ¡s triste tienes te doy cianuro para que desaparezcas

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